Os los iré presentando: esta vez, no voy a Japón sólo. Ahora toca acompañado. Y los valientes que se atreven a cruzarlo a lo loco son Juan y Miguel.
Ayer me fuí a practicar con la bici con Juan (Miguel vive en Kyoto). E hicimos este recorrido por el norte de Madrid:
El caso es que pasamos por un lugar completamente urbanizado y desolado (uno que es arquitecto, no tiene remedio en criticar cosas mal pensadas), llamado Valdebebas: bloques de edificios en medio de la nada, lo más aburrido y lejano del mundo.
Pero lo peor fue en segundo lugar: Al cruzar La Moraleja, me puse en paralelo con Juan PARA QUE NO NOS ADELANTASEN POR LOS PELOS. En principio, todo conductor debe adelantar dejando 1,5 metros de distancia, cosa que no cumplian. En segundo lugar, puedes ir en paralelo, y esperarte a adelantar cuando puedas.
El resultado fue el de conductores adelantando cuando hay línea discontínua e insultándonos por no ir por la acera (por la acera no se puede ir), intentando rozarnos con el coche.
Lo malo de este país es que estas cosas de separarte se deben hacer por civismo y no querer matar al ciclista, que está indefenso: debes amenazar con multas. Ahroa bien ¿cómo puedo yo denunciar a los conductores que me pasan rozando? ¿y los que insultan sin saberse el código? ¿puedo hacerlo tomando nota de la matrícula y teniendo un compañero ciclista como testigo?
Porque creedme, como encuentre un métdo de que, además, al denunciar salga ganando (cosa que... lo siento... en este pais confio nada en la justicia), es que ME FORRO.
Y disculpadme el pataleo, pero me siento indefenso. Menos mal que en Japón la gente piensa con sentido común, y por eso mola.
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